Hace un par de semanas, en medio de una conversación me preguntaron qué escribía en esta newsletter y por qué. Dudas bastante lógicas a las que debería tener una respuesta fácil y que sin embargo me pillaron por sorpresa.
Si bien mi desconcierto inicial estaba en gran parte ligado al contexto y mi interlocutor, el hecho de no haber contestado tan bien como me hubiese gustado me dejó pensando.
El realidad sabía tanto el qué como el por qué, pero me faltaba un poco de lucidez para poder expresarlo. Me hace gracia, teniendo en cuenta que soy la clase de persona que alguna vez se ha imaginado siendo entrevistada por Jimmy Fallon, e incluso tengo listas mis respuestas al cuestionario Proust por si Javier Aznar me invitase al Hotel Jorge Juan. Y de repente, cuando me toca hablar de mi libro, blanco absoluto.
Bearing Mondays nació como respuesta a una angustia momentánea por sentirme demasiado inmersa en el trabajo. Recuerdo esa semana, allá por marzo del 2022, con una claridad sorprendente. El momento click llegó revisando mi galería de fotos en el móvil, cuando me di cuenta de que prácticamente todo lo que veía de los últimos meses estaba relacionado con el trabajo. Actividad de la competencia, capturas de pantalla, y algún que otro vídeo de hojas de cálculo en Excel. Me entró tal angustia que diseñé un fin de semana a mi medida.
Convoqué a mis amigos a cenar a casa, poniendo especial mimo en la presentación de la mesa. Comí con mis tres abuelos. Pasé una tarde de tiendeo, merienda y cena con amigas, y cerré el domingo viendo Cuando Harry encontró a Sally. Disfruté tantísimo ese fin de semana que me esforcé por hacer fotos de los momentos que me habían sacado tanto del bucle y creé una cuenta de Instagram para compartirlas con mis amigos cercanos, con alguna que otra reflexión.
El nombre para la cuenta ya lo tenía en la cabeza porque había sido una de mis maneras de estar cerca de los míos cuando estudiaba en Boston. Bearing Mondays, en honor a la costumbre de intentar hacer más soportables los lunes, compartiendo fotos y reflexiones desde el otro lado del charco. Adjunto foto de ejemplo, que me ha hecho ilusión encontrar navegando por el teléfono.
Mis amigos acogieron muy bien esta nueva cuenta más personal. Poco a poco las reflexiones compartidas comenzaron a ser más largas y me propuse convertirlas en textos que compartir una vez por semana.
En marzo de este año llegó la newsletter. Como con tantas otras cosas, la primera en sembrar la idea en mi cabeza fue Paloma. Terrific Paloma. Si por ella fuese tendría una newsletter, un podcast, un libro y una comedia romántica. No dejéis de cuidar a los amigos que os jalean y celebran vuestros logros como si fuesen suyos.
Elegí como encabezado y carta de presentación “Cosas que tienen que ver con el ser. Un poco de todo y mucho de lo que me gusta”. Diría que a día de hoy es una imagen fiel de lo que pasa por aquí los domingos. Me llegan a decir hace un año que me atrevería a hacer esto, y mejor aún, que habría no solo amigos, sino también desconocidos interesados en lo que tuviese que contar, y no me lo creo.
Podría decir que escribo para mí, porque es verdad que lo hago en privado desde que tengo uso de memoria. O que esta rutina me obliga a pararme y pensar. Todo es verdad, pero no toda la verdad. La verdad es que me gusta que lo leáis porque surgen comentarios y espacios de reflexión a los que ya me he aficionado. Imaginaos si le he cogido el gusto, que he pagado por primera vez en mi vida wifi en el avión para que esta carta os llegue a tiempo. Antes de que os invada la ternura, aclarar que creo que salgo hasta ganando. El chico que tengo sentado delante, después de darse la vuelta por lo menos diez veces, se ha cambiado de asiento para poder recostarlo. Debo parecer una ejecutiva agresiva, tecleando velozmente mientras el resto del avión duerme.
En resumidas cuentas, 2023 será ya siempre el capítulo en el que me sacudí la vergüenza y decidí tirarme a la piscina. Y resultó que estaba bien el agua. “Hacemos el balance de lo bueno y malo”, canta Mecano. Yo por supuesto lo hago, pero no me hace falta para saber que es positivo, porque canta también Julio Iglesias que “es siempre más feliz quien más amó”, y yo he amado mucho. A mucha gente, muchos sitios, muchos planes y a mí.
Es imposible resumir un año en fotos, y siempre habrá amigos por los que irías al fin del mundo y con los que apenas tienes dos fotos decentes, pero si tuviese que hacer una cápsula, esta sería mi representación de la vida compartida.
2023 me ha recordado que muchas veces, a la práctica le da igual la teoría y lo que sobre el papel no parece ideal, puede llegar a ser bastante sorprendente. Así, me ha invitado a fiarme de mi intuición, afinando mucho ese gut feeling. Al 2024 le pido lo mismo, y con suerte poder cerrar diciendo en esta newsletter “un año más”.
Espero que despidáis el año y empecéis el que viene con quien queráis. Que cojáis el año nuevo con fuerza y propósitos de pasar más tiempo con vuestra gente y haciendo aquello que os haga felices.
Muchas gracias por leerme. Gracias por los mensajes de ánimo, las reflexiones compartidas y las reclamaciones de los lunes que siguen a los domingos en los que no aparezco. Gracias también por soportar mi obsesión con Taylor Swift. El año que viene va a ser peor.
¡Feliz Año!
BM.
uno de mis descubrimientos del 2023 sin duda! por seguir leyendo el año que viene y más ;). Feliz añooooooooo
Me ha encantado!! Cerrando el año por todo lo alto con BM! A por un 2024 más y mejor!