Barcos, puertos y faros
Quiero que sepas cuánto me haces bien (Jorge Drexler, Me haces bien).
«Un barco parece ser un objeto cuyo fin es navegar; pero su fin no es navegar, sino llegar a puerto».
Desde que escuché esta frase de Fernando Pessoa hace una semanas, he pensado con frecuencia en lo que para mí significa ese llegar a puerto. Tengo la suerte de poder hablar en clave vocacional con muchas personas que me ayudan a ir matizando ―y a las que robo citas y reflexiones que luego machaco, sorry not sorry― gracias a las cuales, poco a poco voy dominando el arte de hilar hacia atrás e intentar entender.
Hace poco, compartiendo con un interlocutor experimentado en la materia mis reflexiones, empecé a enumerar cosas que habían ido sucediendo y que me han situado donde estoy hoy. Salieron entonces muchos de esos pasos, decisiones o intentos que, a través de mil derivadas, han terminado tejiendo algo que ahora resulta tener sentido. Entonces me regalaron otra cita destinada a ser volcada por estos lares. Resulta que, en una de sus aproximaciones a la cuestión de la vocación, Gregorio Marañón definió esta como «la aspiración a servir, de una aptitud todavía no revelada».
He rumiado mucho durante la última semana eso de las aptitudes todavía no reveladas. Me parece precioso que existan en nosotros llamadas y anhelos que nos impulsen a inclinarnos hacia capacidades y talentos que todavía no se nos han manifestado. Y más aún que adquieran toda su fuerza cuando se orientan hacia el servicio. Me quedo parada en ese todavía, porque las revelaciones llegan, de eso no tengo dudas. Pero para ello uno tiene que tener como brújula y motor un sentido de propósito. Un para qué capaz de orientar esas decisiones y deseos más profundos.
Esto, que puede vivirse desde la esperanza, también puede llegar a resultar completamente abrumador. Por suerte, todos tenemos personas que, en esa búsqueda del puerto al que llegar ―e incluso cuando parece que no hay aptitudes posibles que vayan a ser reveladas― ejercen en nuestra vida de faro. Evitan que nos perdamos y son capaces de aportar claridad en momentos de confusión, promesa de refugio en medio de la tempestad y orientación hacia puertos seguros a la hora de tomar decisiones.
Cuidad bien de vuestros faros. Agradeced su presencia y dejad que os guíen. A veces son ellos los que nos permiten descubrir cuáles son nuestros puertos.
Tras una necesaria parada en boxes, retomo mi voz newslettera con muchas ganas de colarme en vuestras rutinas cada domingo. Gracias por leerme.
¡Que tengáis muy buen comienzo de semana!
BM.
empezando muy bien mi lunes contigo
Eres magnífica y, aunque creas que los demás te hacen de faro para que llegues a buen puerto, he de decirte que tú eres un gran faro para los que buscamos puertos. Eternamente GRACIAS. Feliz semana!