Una de las cruces que cargo a cuestas últimamente es mi frustración con los tiempos. Ese balance entre lo que soy y tengo, y lo que quiero y sueño, que a menudo me hace habitar con impaciencia los durantes.
Confieso que me relaja mirar a mi alrededor y caer en la cuenta de que el manejo de esta frustración es una asignatura que sigue cursando la mayor parte de mi entorno. Queremos muchas cosas y las queremos ya, y a veces estamos tan enrocados en esos sueños y expectativas, que caemos en la trampa de idealizar aquello que tiene el otro y a nosotros nos falta. Basta con tener una conversación profunda y sincera con amigos, y poner encima de la mesa un par de frustraciones y miedos, para darse cuenta de que cada uno está luchando lo suyo, y de una manera u otra todos anhelamos pasar de nivel.
Ese ascenso o cambio de trabajo. La pareja que no llega. Un paso más en una relación. La verdadera independencia financiera. La vivienda soñada. Ese hobby que de verdad te apasiona y al que le quieres dedicar más tiempo. La boda. Los niños… Cada uno baila a un ritmo y se pelea con los pasos que le tocan con mayor o menor arte, y cuando parece que por fin le hemos pillado el punto al baile, cambia la canción y con ella de nuevo el ritmo.
El otro día C —que a estas alturas de la película me tiene ya bastante calada—, en uno de mis desahogos, que pedía a gritos una intervención, me dijo: «El problema con idealizar el siguiente paso es pensar que ya está, cuando la realidad es que no está nunca. Hay búsquedas que nunca terminan». Tenía razón, como siempre. Subiré el peldaño contra el que me choco ahora y aparecerá otro. Y luego otro. Y luego otro. Y ahí estarán siempre esas ganas de crecer, de superar, de llegar a lo siguiente.
Soy consciente de que tengo una vena futurista e impaciente que me va a hacer pelearme con esto de los tiempos durante toda la vida, pero en este momento quiero plantarle cara. Tener —como expresaba una buena amiga hace una semana— una mirada más limpia, reposada y agradecida, y esforzarme por vivir en el momento. Pedir y desear perseverancia para habitar con paz el aquí y el ahora.
Paso a paso, momento a momento y etapa a etapa.
Aquí y ahora.
¡Que tengáis buen comienzo de semana!
BM.
La frase “aquí y ahora” se ha convertido en un mantra para mí en los últimos meses justo por esa razón. Y es que, si no nos ponemos un botón de frena la mente, la vista y el corazón estarán mirando el futuro en vez de lo que tienen en frente. Tus textos siempre tan inspiradores :)
Gracias Marti